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La de Pablo Und Destruktion, nacido con el nombre civil de Pablo García en 1984, es una biografía a la contra. Podríamos centrarnos en detalles puntuales pero significativos, como su experiencia como actor teatral o su faceta como punzante cronista de nuestros tiempos, explicitada en su primera novela, “La bestia colmena” (2018). Podríamos enfocarnos en su rol de inquebrantable activista de la autogestión, anarquista en la práctica, que le ha llevado a giras interminables por toda Europa, México o hasta las lejanas Filipinas. Podríamos hablar de conciertos en escenarios improbables, de cómo ha rescatado la figura del trovador, del cantautor como catalizador del zeitgeist. Y aún con todo esto nos quedaríamos cortos a la hora de trazar su figura.
Sin miedo a cabalgar sus contradicciones, desmedido siempre, pocos autores nacionales han ido tan lejos en su ambición creativa.
Las canciones de Pablo Und Destruktion nos muestran un creador que trasciende sus influencias: puede beber de la chanson francesa, del rock industrial alemán, de la tonada asturiana, puede ser un estudioso del folklore, pero por encima de todo es un creador inquieto en permanente guerra contra lo predecible o lo estereotípico. Un artista que sobrevive contra viento y marea en un entorno muchas veces hostil, con el que se puede estar más o menos de acuerdo, pero que siempre dice algo que merece la pena escuchar. Y hay muy pocos artistas así.
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